Elizabeth Holmes ha pasado en tan solo cinco años de ser considerada ‘la nueva Steve Jobs’ a enfrentarse a una docena de cargos por fraude y conspiración. De estar en el selecto club de los mil millonarios y encandilar a todo Silicon Valley, a estar en el banquillo del tribunal federal de San José (California) ante la posibilidad una condena de hasta 20 años de cárcel.
Todo se remonta a 2003. Elizabeth Holmes, que por entonces tenía solo 19 años, abandonó la Universidad de Stanford y fundó Theranos, una startup de biotecnología. Su idea era crear un dispositivo que pudiese diagnosticar enfermedades como el VIH o la diabetes en cuestión de minutos y a partir de una sola gota de sangre sacada del dedo. De esta manera, realizarse un análisis de sangre sería fácil y asequible para la mayoría de la población, y se acelerarían los diagnósticos.
La popularidad del invento de Holmes comenzó a subir como la espuma. Ese revolucionario proyecto se unía además a una historia personal que le inspiró a crear Theranos: su tío había fallecido de cáncer por un diagnóstico tardío. Holmes ahorró 3.000 dólares para realizar un experimento de clase e inició la búsqueda de inversores. Finalmente, logró que la firma especializada en capital riesgo, Draper Fisher Jurvetson, se interesase por su proyecto y le diese fondos.
Con la promesa de revolucionar el campo de la biotecnología, cada vez más inversores, entre los que se encontraban políticos e importantes empresarios, se sintieron atraídos por su startup. Entre ellos estaban personalidades como Rupert Murdoch (que invirtió 125 millones); la familia Walton, fundadora de la cadena Walmart (150 millones); o la familia DeVos, incluida la Secretaria de Estado de Educación, Betsy DeVos (con 100 millones de dólares).
El futuro parecía deparar grandes cosas a Holmes y a su compañía. Con solo 30 años dirigía una empresa valorada en 3.500 millones de dólares y se convertía en la primera mujer en lograr una fortuna de más de mil millones de dólares -sin herencias ni divorcios de por medio, todo por sí misma y basado en su esfuerzo-, superando rápidamente los 4.500 millones. También pasó a ser la más joven en entrar en la lista Forbes de las 400 personas más ricas de EEUU.
Investigación y juicio
Además, a partir de 2014 sus kits de prueba empezaron a comercializarse en las farmacias de la cadena Walgreen y poco a poco se fue ampliando los puntos de venta como algunas tiendas Safeway. Pero esa burbuja explotó en 2015, cuando el Wall Street Journal publicó una serie de denuncias que ponían en duda la eficacia de los dispositivos de Theranos.
Según dicha investigación, gran parte de las pruebas de diagnóstico no habían sido realizadas con sus kits, sino con máquinas compradas a Siemens. Por otra parte, varias de las pruebas que sí se hicieron con el kit de Theranos arrojaron resultados erróneos.
El Departamento de Justicia de EEUU inició una investigación y finalmente acusó a Elizabeth Holmes y a Ramesh Balwani, que fue durante un tiempo pareja de Holmes y jefe de operaciones de Theranos, de fraude y manipulación de pruebas, engañando tanto a sus inversores como a los clientes que usaban el kit de Theranos. Según otra investigación del Wall Street Journal, «Theranos costó a líderes empresariales y gubernamentales más de 600 millones de dólares», sin contar con la posibilidad de que muchos clientes fuesen mal diagnosticados por culpa del kit.
¿Fraude o manipulación?
Analistas de Silicon Valley debaten entre si el caso de Theranos se trata de un puro fraude u otro ejemplo de la filosofía tan instaurada en el mundo de las empresas tecnológicas «fake it until you make it» -fíngelo hasta que lo hagas-. Sea lo que sea, Holmes se enfrenta a una docena de cargos en un esperado juicio que dio comienzo el miércoles pasado después de cuatro años de retrasos, un hijo y una pandemia de por medio.
En un caso poco habitual, las causas de Holmes y Balwani serán juzgadas por separado, pero distintos medios estadounidenses han informado de que se prevé que la defensa de Holmes alegue que ella fue «manipulada» por Balwani. «La cuestión central será si Holmes fue una manipuladora impulsada por la codicia y el poder, o una ingenua que creyó sus propias mentiras y fue manipulada por Balwani», aseguran en el New York Times.
Todavía quedan múltiples citas en el juzgado y se espera que centenares de personas sean llamadas como testigos, antes de conocer la resolución judicial que determinará si Elizabeth Holmes estafó desde el principio con Theranos.