A falta del recuento completo de votos, los socialdemócratas aventajan por un ligero número de papeletas a los democristianos en las elecciones alemanas. Esta situación permitió a Olaf Scholz encarnar la ‘resurección’ del SPD, partido por el que nadie apostaba hace menos de un año, mientras su rival, Armin Laschet, quedaba vinculado para la historia al primer desastre conservador en tres lustros, al quedarse la CDU por debajo de un 30% de apoyo.
Eso sí, todo ello en un escenario de gran relatividad. La noche comenzó para los dos principales partidos en una situación de empate técnico. Y ninguno se impuso en las horas posteriores con la claridad suficiente como para determinar ya al sucesor de la actual canciller, Angela Merkel, quien vivió su última jornada electoral como jefa de Gobierno de un modo discreto y nada feliz a la vista del veredicto de las urnas. El porvenir queda así abierto. Los candidatos caminan sobre arenas movedizas. Tanto Scholz como Laschet tienen ahora mismo oportunidades de encabezar la próxima legislatura alemana. Todo depende de las coaliciones que logren negociar en las próximas semanas. Sus principales interlocutores serán Los Verdes y los liberales. Ambos sufrieron anoche su particular decepción al terminar por debajo de sus expectativas electorales, pero serán quienes decidan la presidencia del país.
Las negociaciones para conseguir una alianza de gobierno se presumen arduas y largas. A Alemania le esperan meses de incertidumbre. Los resultados abren ahora una larga partida de póker en la que socialdemócratas y conservadores tratarán de seducir a las dos formaciones menores para formar un tripartito con mayoría parlamentaria.
Nada más conocerse los sondeos a pie de urna, que marcaban el claro empate técnico entre SPD y CDU/CSU, los dos principales candidatos se atribuían el triunfo y el derecho a gobernar. «Las ciudadanas y ciudadanos quieren que el próximo canciller federal sea Olaf Scholz», afirmó el todavía titular de Finanzas en un ambiente eufórico en la Willy Brandt Haus. «Hemos recibido un claro mandato para gobernar», sostenía por su parte Armin Laschet, quizá para esconder la frustración de haber hundido a su partido y sabedor de que su futuro como presidente de la CDU resulta bastante incierto. A Scholz se le veía sereno y satisfecho, a Laschet con una sonrisa forzada que traslucía la procesión que llevaba por dentro. Si no consigue el milagro de negociar con éxito la formación de un ejecutivo dejando en la cuneta al SPD se convertirá en un cadáver político.
Cuando Scholz asumió la candidatura de su partido a la jefatura del Gobierno germano y dijo que iba a ser el próximo canciller federal provocó hasta carcajadas entre sus rivales y los analistas políticos. Entonces el SPD estaba hundido en los sondeos con un 15% de intención de voto y nadie podía imaginar lo sucedido esta pasada noche. Cuando Laschet se convirtió en presidente de la CDU en enero pasado, los conservadores disfrutaban de unos pronósticos del 32% de sufragios y el convencimiento de que se mantendrían en el poder.
Laschet se ha pasado la campaña metiendo la pata y disculpándose. Incluso este domingo en el colegio electoral dobló su papeleta al revés y la mostró antes de introducirla en la urna dejando a la vista el lugar en el que había hecho sus cruces. Una flagrante violación del secreto de sufragio que necesitó el perdón expreso del presidente de la mesa electoral central para que su papeleta no fuera anulada.
Ganadores de los comicios son también Los Verdes y los liberales (FDP), sobre todo por el hecho de que coronarán al próximo canciller federal. Y ponerse de acuerdo no será fácil. Los ecologistas han coqueteado toda la campaña con los socialdemócratas y los liberales han expresado también abiertamente que sus preferidos son los conservadores. Uno de los dos tendrá que cambiar de amigos. Más posibilidades de éxito debería tener la ‘Ampelkoalition’, la coalición del semáforo que, por los colores de los partidos, formarían socialdemócratas, liberales y verdes.
Laschet pretende la ‘Jamaika Koalition’ -por los colores de la bandera del país caribeño-, con el negro que representa a los conservadores, más ecologistas y FDP, pero tiene menos visos de éxito. Los resultados restan autoridad al presidente de la CDU para negociar. Lo que sí se da por seguro es que habrá más de un contacto clandestino en el esforzado proceso de ligar una coalición.
Junto a los conservadores pierden también los extremos del abanico político. La Izquierda, la suma de los excomunistas la RDA y una disidencias del SPD, que aspiraba a formar parte de una alianza con socialdemócratas y verdes, se ha quedado muy lejos de aportar escaños suficientes para dar un giro radical a la política alemana. Es más, la formación socialista ha quedado incluso al borde de su expulsión del Bundestag con su raspado 5%. Pero también los ultranacionalistas de Alternativa para Alemania (AfD) se han debilitado, tras pasar desapercibidos en campaña y solo destacan en sus feudos del este alemán.