La alianza defensiva AUKUS sellada por Estados Unidos, Australia y Reino Unido ha supuesto un terremoto en la geopolítica mundial. Esta plataforma militar de tres países anglosajones tiene como objetivo sumar capacidades para frenar la expansión de China en la gran región marítima del Indo-Pacífico, donde Pekín ha llevado a cabo una expansión militar en los últimos años con la construcción de islas artificiales y el despliegue de su flota naval, que va camino de tener tres portaaviones y que ha superado a la de Japón, India y Australia. El pacto supone que sus socios se comprometen a compartir información en áreas que incluyen inteligencia artificial, capacidades cibernéticas y de defensa submarina.
El acuerdo tripartido fue impulsado en su día por el entonces presidente Donald Trump con el firme propósito de vincular a Estados Unidos con la seguridad del Indo-Pacífico y fortalecer la supremacía de EEUU en Asia. Los analistas consideran que con este paso Washington parece adelantar una nueva Guerra Fría con China. El aumento de la presencia militar norteamericana en Asia desmiente lo que tanto se ha repetido con la retirada de Afganistán sobre el supuesto paso atrás dado por Washington en su compromiso con Asia.
La firma de este acuerdo estratégico ha puesto de relieve un cambio de posición de Australia. En 2017, el gobierno conservador australiano de Malcolm Turnbull firmó con París la construcción de 12 submarinos diésel-eléctricos, por valor de más de 30.000 millones de euros, a cargo de la empresa estatal gala Naval Group. En el último momento, Camberra decidió romper el contrato y cerrar la compra de ocho submarinos de propulsión nuclear con Estados Unidos, una ruptura que Francia ha vivido como “una traición” y “una puñalada por la espalda” más propia de Donald Trump que de Joe Biden, según explicó el propio ministro de Exteriores galo.
El principal punto de este pacto es que por primera vez en casi 70 años EEUU va a compartir secretos y avances de su tecnología nuclear con otro socio, en este caso Australia, como ya lo había hecho con Reino Unido en 1958. Los tres socios de AUKUS se han dado un plazo de 18 meses para trazar los detalles para desarrollar los submarinos nucleares, que no significa en absoluto que vayan a transportar ojivas nucleares sino que la fuente de alimentación que los mueve es un pequeño reactor nuclear. Esto implica la enorme tarea de compartir tecnología nuclear avanzada con un país que no tiene un sector nuclear civil, como es Australia. A cambio de esta importante decisión de las autoridades australianas, EEUU confía en que Camberra se implique mucho más en los esfuerzos militares para contener a China y participar activamente en un hipotético conflicto militar con la gran potencia asiática.
Matt Pottinger, ex asesor adjunto de seguridad nacional en la administración Trump, ha asegurado que las capacidades de guerra submarina han sido el “talón de Aquiles” de China, y que una flota de submarinos de propulsión nuclear permitiría a Australia realizar patrullas más largas, dando a la nueva alianza una presencia más fuerte en la región.
Sin embargo, AUKUS ha despertado inquietud en Europa. Para Francia, y por extensión para la UE, la “traición” australiana “muestra una falta de coherencia” por parte de Australia y EEUU, en palabras del ministro de Exteriores galo. Observadores europeos creen que la nueva alianza podría dejar fuera a la UE como actor principal en esta importante región asiática en un momento en el que Occidente se enfrenta a desafíos sin precedentes en el Indo-Pacífico.
El experto en geoestrategia Rana Mitter escribe en The Guardian que AUKUS sugiere que el orden liberal occidental puede reconstituirse a través de acuerdos “minilaterales”, en los que diferentes constelaciones de poderes actúan juntas sobre diferentes cuestiones. Un ejemplo de esta nueva estrategia sería el “Quad”, el grupo de países formado por Japón, Australia, India y Estados Unidos, con un marcado carácter militar. Pese a las molestias que causan estos nuevos movimientos (Francia contra Australia, y Reino Unido contra EEUU por la salida de Afganistán), “en realidad lo que demuestran es que el orden liberal es más sólido de lo que sugiere el ruido de la superficie. No es una guerra fría, sino una serie de adaptaciones en constante cambio”, sostiene Mitter.
China de momento ha asegurado que esta alianza remite al intento de resucitar una nueva Guerra Fría. Más sonora ha sido la reacción de Corea del Norte, que ha calificado esta medida como “extremadamente indeseable y peligrosa” y ha avanzado que tomará “contramedidas”. Pero lo que preocupa a Pekín no sería tanto el despliegue militar que implica AUKUS sino su imposibilidad para sumar socios en la región. Singapur, que bascula entre EEUU y China, ha saludado la firma de la alianza tripartita. Erik Goldstein, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Boston, destaca la soledad internacional de China. “Es posible que pueda sumar aliados más pequeños a través de apoyo financiero, pero ningún estado regional se siente cómodo con la actual política exterior asertiva de China”
Hay expertos que creen que la verdadera debilidad de AUKUS no es su potencial defensivo sino la ausencia de medidas en el terreno económico. China es el gran socio comercial de la zona y sus vecinos son cada vez más dependientes de la economía china. La influencia comercial de Pekín aumentará tras haberse incorporado la pasada semana de forma oficial al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico.
Fuente: La Razón