(Bloomberg) —Los cierres y restricciones de China para combatir el mayor brote de covid en el país desde los primeros días de la pandemia están provocando un gran aumento de basura en sus ciudades más grandes.
Los desechos relacionados con la prevención del covid, como los que generan hospitales, clínicas de fiebre e instalaciones de aislamiento, aumentaron 4,5 veces a 1.400 toneladas por día en Shanghái, frente a las 308 toneladas antes de que comenzara el brote actual en marzo. La ciudad de 25 millones de habitantes ha estado en confinamiento durante cinco semanas y los desechos domésticos diarios relacionados con el covid alcanzaron las 3.300 toneladas este mes, en comparación con solo 73 toneladas por día en febrero, según el medio People’s Daily.
Incluso Hong Kong, que hace poco pasó por meses de restricciones más leves como el cierre de escuelas, bares y gimnasios, además de límites a los aforos permitidos y los horarios de los restaurantes, ha enfrentado un problema cada vez mayor de basura en las calles.
Alrededor de 373 millones de personas en 45 ciudades chinas estuvieron en confinamiento total o parcial el mes pasado, según Nomura Holdings Inc. Eso equivale a más de las tres cuartas partes de la población de la Unión Europea. Y, si bien en Shanghái el número de nuevos casos está disminuyendo, Pekín y otras ciudades chinas están endureciendo las restricciones para frenar sus propios brotes. Eso ha provocado un aumento en las entregas de comida y compras en línea, que usan mucho más material de empaquetado, lo que ejerce presión sobre el ya sobrecargado sistema de eliminación de desechos de China.
El país genera cientos de millones de toneladas de desechos domésticos urbanos todos los días y, dado que la mayoría de las familias chinas no clasifican su basura, el 97% se entierra o se incinera. La mayor parte de los 654 vertederos de China se llenan antes de lo previsto y sus 286 plantas de incineración tienen una capacidad insuficiente.
En Guijie, una concurrida calle de Pekín famosa por estar llena de restaurantes –más de 100–, no hay comensales desde que Pekín prohibió comer en restaurantes a principios de mayo. Las largas filas, habituales antes del reciente brote, fueron reemplazadas por hordas de repartidores de comida con uniformes y cascos.
“Es más rápido enviar despachos porque básicamente no hay automóviles en las calles”, dijo Xiao Yao, un repartidor de comida de Meituan. “Los restaurantes no necesitan dedicar tiempo a que la gente coma allí”.
Autoridades de Pekín y Shanghái prometieron aumentar el transporte y la eliminación de desechos. El Gobierno de Pekín prometió que se asegurará de que todos los desechos domésticos se limpien y manejen “a tiempo” y bajo “buenos estándares”. Shanghái ha construido tres nuevas instalaciones de eliminación de desechos médicos, lo que aumenta esta capacidad a 1500 toneladas por día.
“Actualmente, nuestra capacidad de transporte y eliminación de desechos es suficiente”, dijo Xu Li, subdirector de la Comisión Municipal de Gestión Urbana de Pekín. “Intensificaremos las inspecciones a los sitios de recolección de desechos y las instalaciones de eliminación, y resolveremos cualquier problema a tiempo”.
Pero China tiene dificultades para lidiar con una avalancha de desechos generados por las compras en línea que ya estaban aumentando incluso antes de la pandemia. Greenpeace ha estimado que las compras en línea en China generaron 9,4 millones de toneladas de material de embalaje en 2018, y eso podría aumentar a 41 millones de toneladas para 2025.
“A largo plazo, China debe trabajar en la elaboración de un sistema en el que quienes produzcan desechos, tanto empresas como personas, deban pagar por la eliminación de esos desperdicios y asumir más responsabilidades”, dijo Tang Damin, encargado de proyectos de Greenpeace East Asia.
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