Tener que sacrificar algo para conseguir otra cosa es un principio que se puede aplicar a prácticamente cualquier aspecto de la vida, y es que como dice el dicho, quien algo quiere algo cuesta. En Inteligencia Artificial pasa lo mismo, o por lo menos eso es lo que aseguran desde la compañía líder de este sector, OpenAI. La Inteligencia Artificial (IA) son programas informáticos que ejecutan operaciones y tareas comparables a las que realiza la mente humana en lo que se refiere al aprendizaje o uso de la lógica. Y al igual que una persona necesita ser formada y educada para poder hacer cualquier labor o acción, que va desde andar, leer, sumar hasta aprender a programar, las máquinas también lo necesitan.
De hecho, cada día que pasa la IA se hace más inteligente, ya que con el uso que hacen los usuarios de ella, sea para lo que sea, está aprendiendo y extendiendo sus conocimientos. Sin embargo, esta forma de aprender a chocado de frente con el principio de los derechos de autor, debido a que las compañías de IA no están dando el reconocimiento a los autores por entrenar a sus máquinas con sus obras, imágenes y demás archivos.
Fue el mes pasado cuando el New York Times denunció a OpenAI y a Microsoft por usar sus publicaciones para formar a ChatGPT, acusándoles de «uso ilícito» de su trabajo para crear sus productos. La compañía fundada por Sam Altman, no ha negado que usasen los artículos de este medio para entrenar a su IA, pero tal y como han alegado a la Comisión de Comunicaciones y Asuntos Digitales de la Cámara de los Lores, de no hacerlo habría sido «imposible» crear una IA con el nivel que tiene ChatGPT.
«Dado que los derechos de autor cubren hoy prácticamente todo tipo de expresión humana -incluidas entradas de blog, fotografías, mensajes de foros, fragmentos de código de software y documentos gubernamentales-, sería imposible entrenar los principales modelos de IA actuales sin utilizar materiales protegidos por derechos de autor». defienden desde OpenAI.
La compañía aseguró que «limitar los datos de entrenamiento a libros y dibujos de dominio público creados hace más de un siglo podría dar lugar a un experimento interesante, pero no proporcionaría sistemas de IA que satisfagan las necesidades de los ciudadanos de hoy.» defendiendo la necesidad de usar todos los contenidos disponibles sin importar a quién pertenecen.
OpenAI asegura que respeta «los derechos de los creadores y propietarios de contenidos», sin embargo cree que la ley de ‘copyright’ y derechos de autor no prohíbe «el entrenamiento», como se denomina la formación de la IA.
Con tantos y tan rápidos avances en IA, se están generando una cantidad de problemas al que ni compañías ni gobiernos están preparados o si quiera mentalizados para solucionar. OpenAI asegura que estos entrenamientos tan solo suponen un ejemplo entre mil otros, mientras que cada vez más autores, artistas y demás creadores denuncian que la IA se está apropiando de sus publicaciones y no están ganando nada a cambio, ejerciendo un «robo sistemático a escala masiva».