La operación de compra de Activision Blizzard Kingpor parte de Microsoft ha sido, durante más de un año y medio pero especialmente estas últimas dos semanas, un maratón con un amplio y selecto conjunto de secundarios que, de una u otra manera, están jugando un papel clave en el proceso. Así, por el rol desempeñado por los mismos, hemos vivido una montaña rusa en lo referido a las probabilidades de que la operación se completara, con momentos en los que parecía que era algo inminente, frente a otros en los que parecía imposible. Y en algún caso, solo unas semanas separaban un extremo del otro.
A día de hoy, las perspectivas son bastante positivas para los de Redmond. Después del bloqueo establecido por la CMA británica el pasado mes de abril, y la causa judicial abierta por la FTC estadounidense a mitades de junio, que pretendía bloquear provisionalmente la operación de compra hasta que el regulador emitiera su dictamen definitivo, las perspectivas eran bastante grises para Microsoft, pues veía la operación de compra bloqueada en dos territorios tan importantes como Estados Unidos y Reino Unido.
La semana pasada, sin embargo, se produjo un importante giro en los acontecimientos, y es que con pocos días de diferencia, la Justicia dio la razón a Microsoft frente a la FTC, la Corte de Apelaciones también se puso del lado de los de Redmond, finalmente Sony aceptó firmar un acuerdo con Microsoft por Call of Duty, la compañía y la CMA llegaron a un acuerdo para pausar el proceso judicial abierto en Reino Unido para sentarse a negociar y, como postre, con la CMA afirmando que estaba dispuesta a acelerar, sustancialmente, los plazos previstos inicialmente. El domingo a última hora, la compra parecía inminente, más aún si recordamos que el plazo establecido por las partes vencía ayer, el 18 de julio.
No obstante, debemos recordar que hablamos de un contrato suscrito entre las dos partes y que, por lo tanto, era (y sigue siendo) susceptible de ser modificado si ambas partes están de acuerdo. Y eso es lo que ha ocurrido pues, según podemos leer en TechCrunch, Microsoft y Activision Blizzard han ampliado en tres meses el plazo para completar la operación, de modo que el nuevo límite ha quedado establecido para el miércoles 18 de octubre de 2023.
La ampliación de plazo, no obstante, no le ha salido gratis a Microsoft, y es que a los 3.000 millones de dólares que se estipulaban como pago a ABK si la operación no se completa, ahora se han establecido 3.500 millones de dólares si la cancelación se produce a partir del 29 de agosto, y 4.000 millones de dólares en el hipotético caso de que se se cancele con posterioridad al 15 de septiembre. No obstante, a día de hoy la mayoría de las señales apuntan a que la compra se completará.
Ahora, son dos los principales frentes. Por una parte, la negociación con la CMA, que también ha dado señales de avanzar en la dirección deseada por Microsoft, y el otro el protagonizado por la FTC que ahora, con este nuevo plazo, puede jugar la baza de anunciar la publicación de su dictamen definitivo antes de la nueva fecha límite, lo que sí que podría condicionar los avances de la operación.