Los precios del petróleo se dispararon más de un 5 % el lunes 3 de abril. El barril de crudo Brent, de referencia mundial, se cotizó a 84 dólares, mientras que el barril de crudo WTI estadounidense se acercó a los 80 dólares. Se trata de una fuerte subida después de que el Brent cayera a mediados de marzo a su nivel más bajo en dos años. Una caída que sugería un respiro en el frente inflacionista.
La explicación de esta nueva subida es sencilla. Varios grandes países productores han acordado recortes de producción. Argelia, Irak, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Omán y Kuwait reducirán su producción desde mayo hasta finales de año. En total, saldrán al mercado un millón de barriles diarios menos, la mitad de los cuales corresponderán a Riad.
Un recorte mayor
Este nuevo recorte de la producción mundial es el mayor desde el decidido en octubre por Opec+, un recorte de 2 millones de barriles diarios. Y es una nueva bofetada en la cara de Washington, porque Estados Unidos pedía un aumento de la extracción de petróleo para intentar limitar la inflación.
Es cierto que la inflación se está ralentizando, pero sigue siendo elevada. Al mismo tiempo, tras su política de «cero-covid», China, el país con mayor consumo de oro negro, está reabriendo su economía, lo que debería crear una corriente de aire.
Medida ‘cautelar’
Y es precisamente esta inflación la que ha llevado a los gigantes del petróleo a pisar el acelerador. Según un analista, la demanda de petróleo sigue amenazada por la inflación y las presiones recesivas. Riad lo califica de «medida de precaución para apoyar la estabilidad del mercado del petróleo«. Moscú también cree que los recortes redundan en beneficio del mercado mundial.