(Bloomberg) —La amenaza de brotes de covid-19 sigue latente en China y Hong Kong, a pesar de que registran nuevas tasas de infección —por debajo de 200 y 1.000 respectivamente— que son de las más bajas del mundo. La explicación del éxito es la misma que la razón de la preocupación: una estricta política de tolerancia cero que puede conducir a cierres repentinos o días de aislamiento simplemente por entrar en contacto con alguien infectado.
Es una divergencia marcada del resto del mundo. En Chicago, decenas de miles de investigadores del cáncer, médicos e inversionistas se congregaron en una reunión de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica la semana pasada. En Londres, 22.000 personas asistieron a una fiesta en el Palacio de Buckingham para celebrar los 70 años de la reina Isabel II en el trono. A nivel mundial, millones de personas comenzaron a viajar cuando los aeropuertos volvieron a su capacidad máxima y el turismo se recuperó con el comienzo del verano en el hemisferio norte.
Mientras tanto, en China, se ha pedido a los residentes de una ciudad que limita con Corea del Norte que cierren las ventanas= en días con viento proveniente del sur. Las autoridades no han podido determinar de dónde provienen las nuevas infecciones persistentes, y sospechan de su reservado vecino, donde un brote continúa causando estragos, a pesar de la falta de respaldo científico.
Shanghái puso en cuarentena a casi todos en la ciudad durante el fin de semana para realizar pruebas masivas. La iniciativa fue provocada por un repunte de infecciones encontradas en la comunidad menos de dos semanas después de que el centro financiero saliera de un cierre de dos meses. Hubo seis casos de este tipo tanto el jueves como el viernes, frente a ninguno el día anterior.
Hong Kong está en vilo a medida que se acerca el vigesimoquinto aniversario de la entrega a Pekín. Es posible que asista el presidente de China, Xi Jinping, y se ha pedido a los líderes de la ciudad que entren en cuarentena antes de cualquier posible visita. La potencial burbuja protectora en torno al líder, que no ha salido de China desde enero de 2020, se ha extendido hasta los niños de una escuela local, a quienes se les pidió que se entraran en cuarentena con sus maestros en un hotel antes de recibir a los invitados de honor en una ceremonia en el aeropuerto el 30 de junio y despedirlos al día siguiente.
Otros países asiáticos están reabriendo más rápidamente, aunque la velocidad varía. Japón quiere que los turistas regresen, pero los obstáculos burocráticos aún no se han superado por completo. Taiwán planea aliviar el límite de nuevas llegadas y la restricción de cuarentena, incluso con miles de casos nuevos por día. Singapur, una vez un incondicional de la iniciativa cero covid, ha reabierto casi por completo, aunque todavía se aplican los mandatos de tapabocas y algunas reglas de distanciamiento social.
Así, aunque queremos comenzar a brindarles noticias científicas y sanitarias de la región asiática que no involucren infecciones respiratorias, parece que el covid —y sus consecuencias físicas, emocionales y económicas— sigue siendo la noticia más relevante aquí después de más de dos años y medio desde el inicio de la pandemia.
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